La minería de litio está dejando a las comunidades indígenas de Chile altas y secas (literalmente)

A medida que el metal alimenta el auge de la tecnología limpia, las empresas se apresuran a explotar la Región de Atacama. Lo que está en juego: los ecosistemas frágiles, los recursos hídricos escasos y las formas de vida ancestrales.
Salar en el desierto de Atacama en la planta de litio de Sociedad Química y Minera de Chile
Credit: Cortesía de Cristóbal Olivares

Elena Rivera Cardoso no se anda con rodeos: “Chile atraviesa una crisis hídrica tremenda”.

Rivera, es la presidenta de la comunidad indígena Colla de la comuna de Copiapó en el norte de Chile, y su hija, Lesley Muñoz Rivera, saben que si las vías fluviales en sus tierras andinas continúan secándose, también lo harán sus culturas y tradiciones ancestrales. En el corazón de esta crisis está la minería de litio.

Chile es el segundo productor más grande de litio, un componente crítico de las baterías que alimentan los vehículos eléctricos, dispositivos inteligentes, plantas de energía renovable y otras tecnologías que ayudan al mundo a alejarse de los combustibles fósiles. El metal se puede extraer de tres formas: de roca dura, que es común en Australia; de roca sedimentaria, un proceso actualmente en desarrollo en el suroeste de Estados Unidos; y a través de la evaporación de salmueras que se encuentran debajo de las salinas en la meseta de Atacama en América del Sur. El último método es el que requiere más agua. Los mineros bombean agua salada que contiene litio, llamada salmuera, en estanques enormes, donde el proceso de evaporación puede tardar años en separar el litio. La técnica drena los ya escasos recursos hídricos, daña los humedales y perjudica a las comunidades.

“Este método de evaporación de salmuera es atroz y no tiene sentido”, dice James J.A. Blair, profesor asistente en la Universidad Politécnica del Estado de California- Pomona (Cal Poly Pomona por sus siglas en inglés) y coautor de un nuevo informe del Natural Resources Defence Council (NRDC por sus siglas en inglés) sobre la minería de litio en América del Sur. “Las comunidades sufren una violacion lenta que ha creado condiciones de agotamiento ecológico”.

Un legado de la era de Pinochet en Chile es la privatización de los minerales y el agua, que otorga a las empresas la propiedad de esos recursos en un área. Si bien las operaciones mineras hacen que esta región que ya de por si es seca sea aún más árida, las comunidades pierden su acceso al agua potable, dejándolas dependiendo de camiones cisterna para entregarla.

“Antes teníamos un río que actualmente ya no existe. No hay una gota de agua”, dice Rivera. “Y no solo aquí en Copiapó, sino en todo Chile, hay ríos y lagos que han desaparecido, todo porque una empresa tiene mucho más derecho al agua que nosotros como seres humanos o ciudadanos de Chile”.

Credit: Foto de arriba: una vista aérea de las piscinas de salmuera y las áreas de procesamiento de la planta de Rockwood, en el norte de Chile. Es el depósito de litio más grande actualmente en producción; envases de agua vacíos afuera de la casa de barro de un guardaparque cerca de la laguna Cejar en el salar de Atacama Ivan Alvarado/Reuters (2)

El desierto que rodea a Copiapó, la capital de la región de Atacama en Chile, no es ajeno a la extracción de minerales. (De hecho, el accidente que atrapó a 33 mineros durante 69 días en 2010, lo que atrajo la atención del mundo, ocurrió en la provincia de Copiapó). Abundan las minas de oro, cobre, boro entre otras, que producen estanques de relaves tóxicos y, al mismo tiempo, contaminan y agotan los recursos hídricos. Hasta la fecha, la mayor parte de la extracción de litio en Chile se ha realizado en el salar del desierto de Atacama, el cual está cerca de las fronteras del país con Argentina y Bolivia, pero sus recursos están en disminución. A medida que la demanda mundial de litio continúa en aumento, las empresas mineras ahora están ansiosas por explotar el salar de Maricunga, mucho más pequeño, que se encuentra a unas 100 millas al noreste de Copiapó. Rivera y Muñoz, junto con otros miembros de la red Observatorio Plurinacional de Salares Andinos (OPSAL), están decididos a detenerlo.

Rivera ha escuchado advertencias de los residentes de San Pedro de Atacama, incluida la comunidad indígena Lickan Antay, acerca de que la minería agota sus suministros de agua y afecta las prácticas agrícolas y de pastoreo. “Esto es lo que ha pasado aquí, y esto es lo que les puede pasar a ustedes”, recuerda Rivera que le dijeron. La cultura y las tradiciones ancestrales de la comunidad Colla también están en riesgo. Guiados por la diosa madre tierra Pachamama, el grupo nómada coexiste con las montañas, el agua y la vida silvestre, y realiza ceremonias estacionales en reverencia a ella. Alrededor del 70 por ciento de la comunidad ahora vive en el centro urbano de Copiapó, y si el salar continúa secándose, Rivera teme que los que se quedaron en las montañas se vean obligados a irse.

Muñoz, quien actualmente estudia derecho en la Universidad de Atacama en Copiapó, también lamenta el hecho de que las comunidades indígenas de Chile sufren los impactos de la minería de litio sin ver ninguno de los beneficios del metal. “Nada se queda en Chile; todo va a otros lugares. No tenemos vehículos eléctricos en Chile. Sufrimos la contaminación y la energía verde se va al Norte Global. Pero ¿a costa de quién?

Flamencos en la Laguna Chaxa en el norte de Chile
Credit: Cortesía de James J. A. Blair

Por ahora, las personas que viven alrededor del salar de Maricunga han podido mantener a raya la minería de litio, a pesar de que al menos media docena de compañías mineras exploran actualmente el área. El año pasado, el gobierno aprobó un proyecto, Minera Salar Blanco, pero gracias a los activistas, la decisión se encuentra actualmente en un proceso de apelación, lo que ha retrasado el inicio de cualquier actividad minera. Rivera afirma que las empresas detrás del proyecto violaron los derechos de su comunidad al no obtener el “consentimiento libre, previo e informado”, como lo establece la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas (que fue adoptada por 144 países, entre ellos Chile, en 2007), para operar en su tierra ancestral.

Los impactos ecológicos de la minería de litio en Atacama también son graves. Alrededor del 80 por ciento de las especies de animales de las salinas son nativas, y la región es crítica para las aves migratorias. En el Nevado Tres Cruces, la Laguna de Santa Rosa, un Humedal Ramsar de Importancia Internacional, alberga tres especies únicas de flamencos, cuyas poblaciones están en declive. De las 53 especies de animales que viven en el humedal,17 se consideran en peligro de extinción en Chile, entre ellas la vicuña, el guanaco y la chinchilla de cola corta.

Blair y sus coautores ven una necesidad urgente de cambiar las prácticas actuales en la Meseta de Atacama. A medida que los precios del litio caen y la demanda de la tecnología de energía limpia continúa en aumento, particularmente en lugares como Estados Unidos, Europa y China, los expertos en Chile estiman que la demanda mundial de carbonato de litio se multiplicará por seis entre 2019 y 2030, casi un 80 por ciento de ella para vehículos eléctricos. (Esto incluirá los nuevos mercados de automóviles eléctricos como el de Chile). Comparando la evaporación de la salmuera con las prácticas profundamente defectuosas y obsoletas de la industria del carbón, Blair dice que le gustaría ver una moratoria completa en esta técnica de extracción de litio. Al mismo tiempo, reconociendo la necesidad urgente de tecnología limpia, el informe propone invertir en formas alternativas de satisfacer las necesidades de litio, como hacer que las baterías de iones de litio duren más y reciclar el metal de las baterías usadas.

Machi Elisa Loncon (centro), líder espiritual de la comunidad indígena mapuche, tras ser elegida presidenta de la Asamblea Constituyente en 2021
Credit: Imágenes de Esteban Félix/AP

Mientras tanto, Chile se encuentra en medio de la reescritura de su constitución, un proceso iniciado después de la agitación social a nivel nacional en 2019. El nuevo documento, que actualmente está en redacción por 155 electores electos, podría remodelar radicalmente las industrias extractivas del país, con beneficios potenciales para la comunidad Colla y el delicado ecosistema que llaman hogar.

La Dra. Cristina Dorador, una microbióloga con más de una docena de años de estudio sobre las salinas y una de las principales científicas de Chile, se encuentra entre los miembros de la Convención Constituyente que esperan llevar a Chile hacia un futuro más ecológicamente consciente. Ella también mira hacia el futuro para salvar a su país. La investigación ha demostrado que las salinas, tienen paisajes que han merecido comparaciones legítimas con Marte, son ecosistemas diversos y delicados repletos de microorganismos que podrían ayudar a otras regiones a adaptarse al cambio climático.

“En el desierto de Atacama ya vivimos escenarios futuros para la Tierra. Es muy seco, con poca precipitación y condiciones extremas”, dice Dorador. “Los organismos que viven aquí ya están bien adaptados. Podemos aprender mucho de ellos sobre cómo será nuestra futura Tierra”. Esas diminutas formas de vida en el desierto bien podrían ayudarnos a navegar nuestra acelerada crisis climática, o luchar contra futuras (o incluso actuales) pandemias al crear la base de nuevos medicamentos. “Pero la única forma de proteger estos microorganismos es protegiendo sus hábitats. Aunque no veas la vida, la vida está ahí y hay que protegerla”.

Rivera y Muñoz ciertamente ven el valor de luchar por el salar de Maricunga. “El agua mueve todo en la vida”, dice Muñoz. “Si no tenemos agua para vivir en las montañas, vamos a ser una más de las muchas culturas indígenas chilenas que han sido exterminadas”.


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