Salud humana
En la vanguardia de nuestra lucha colectiva por un mundo justo, sostenible y socialmente equitativo está la salud de las personas. Nuestra salud está íntimamente ligada al aire que respiramos, al agua que bebemos, a los alimentos que comemos, a los productos que utilizamos y a los lugares donde vivimos, aprendemos, trabajamos y jugamos. Debemos proteger la salud de nuestras comunidades y garantizar que todas las personas tengan una voz significativa en su bienestar. Nuestro futuro —y nuestra resiliencia— depende de nuestra capacidad para conseguir un medio ambiente justo, limpio y saludable para todos.
Nuestras prioridades:
Aire limpio
El aire limpio, como han establecido las Naciones Unidas, es un derecho de las personas. Sin embargo, en todo el mundo, el derecho a respirar un aire limpio es sistemáticamente pisoteado por las industrias contaminantes. Y nuestra continua quema de combustibles fósiles no hace más que empeorar las cosas. Actualmente, 9 de cada 10 personas respiran un aire que supera los límites de contaminación establecidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS) cada año, la contaminación atmosférica provoca casi 7 millones de muertes en todo el mundo, concentradas en los países de ingresos bajos y medios. Por lo tanto, reducirla es fundamental para el clima y la salud pública, y una llamada de atención para acelerar la transición hacia una energía limpia y renovable para todos.
Agua potable
El NRDC se solidariza con las comunidades estadounidenses que se encuentran en la primera línea de la lucha por el agua potable, a menudo BIPOC (negros, indígenas y personas de color) y de bajos ingresos, que se enfrentan a injusticias ambientales agravadas. En 2015, firmamos los Principios de Jemez para la organización democrática, que promueven una visión de cómo deben alcanzarse ideales como la justicia social, económica y medioambiental. Su núcleo es la toma de decisiones inclusiva, la organización de abajo a arriba y la elevación de las voces de aquellos que se ven directamente afectados. Nos esforzamos por utilizar estos principios para guiar nuestros esfuerzos por proteger el agua potable, garantizar que el agua y el saneamiento sean asequibles y centrar la equidad en todas las soluciones.
Agricultura y alimentación
Necesitamos construir un sistema alimentario del siglo XXI más resistente y regenerativo, que proteja la salud de las comunidades, los suelos y los ecosistemas y que ayude a los agricultores y ganaderos a adaptarse a la realidad del cambio climático. Para conseguirlo, debemos alejarnos de la agricultura industrial moderna y cultivar los alimentos utilizando prácticas arraigadas en la sabiduría indígena y sin productos químicos tóxicos. Debemos desperdiciar menos alimentos para reducir el impacto sobre el clima y los recursos, distribuir los excedentes de alimentos para garantizar que todas las comunidades se nutran, y compostar los restos de comida para construir un suelo saludable.
Tóxicos
Las sustancias químicas tóxicas, presentes en nuestro cuerpo, en los alimentos, en los hogares y en el medio ambiente, son omnipresentes y están relacionadas con innumerables problemas de salud, desde el cáncer hasta el desequilibrio hormonal. Para garantizar un futuro saludable para nuestros hijos y comunidades, debemos abordar las fuentes de estos productos químicos nocivos. Como dice el refrán, una onza de prevención vale más que una libra de cura. Para ello, debemos abogar por políticas con base científica, aprobar nuevas leyes, cambiar el mercado y hacer que las agencias se responsabilicen de proteger la salud pública y el medio ambiente. También debemos trabajar con la justicia ambiental y las comunidades de primera línea para reducir su exposición desproporcionada a la contaminación, los productos químicos tóxicos y las desigualdades en materia de salud, que gravan injustamente a las comunidades de bajos ingresos y de color.
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